Tuesday, January 11, 2011

El tono de Medusa

Todo reinició cuando Hollow Kid me invitó a la alineación de Hueco, “mis nuevos 30” como me dijeron o machacaron un día. Muchos años antes, Manuel bien lo mencionó, fuimos partícipes de un par de anteproyectos (viendo la magnitud del actual claro está), en los cuales pudimos plasmar un poco de nuestra obra personal, conocernos y entender de lo que éramos capaces todos y cada uno de nosotros. En aquel entonces cerró con el demo de Alimaña (grabado en “La Cocina” con el apoyo de Mark Rodamillans y Rogelio Gómez) lo cual no tuvo nada que ver con lo que hicimos para Medusa. Tres canciones; una o dos vueltas a cada una de ellas; no recuerdo del todo pero no utilizamos más de 8 canales; la guitarra y el bajo en línea directa a la consola; en fin. Un proceso muy gratificante y enriquecedor del cual obtuvimos una cinta DAT que circuló en algunos medios pero sobre todo entre nuestros familiares y amigos.

Desde entonces inicié la búsqueda de mi sonido, el tipo de figuras y efectos que definirían mi voz a través del acero. Las guitarras, los bulbos y las unidades de efectos son parte fundamental de ese proceso en el cual logré adquirir las piezas base que a la fecha sigo utilizando. Desde los transistores con 15 watts, un combo de 450 igual transistorizado hasta una cabeza Rusa con 100 watts de puro bulbo me han ayudado a encontrar y a reconocer un sonido particular en mis obras.

Por azares del destino mi equipo durmió durante mucho tiempo, más de 10 años pasaron antes de que los leds se encendieran nuevamente y escuchar el rejuvenecedor sonido de mis guitarras, el Muff y el SansAmp. La vieja ME-5 que debo decirlo, sigue funcionando pero ya no utilizo, la reemplacé por una GNX-3000 que amplió por completo mi panorama. Estuve desconectado de todo ese universo tanto tiempo que fue impactante, hace no más de tres años, tener en mis manos un dispositivo con un sonido impresionante y que me daba acceso a más canales que con los que grabamos el demo sin embargo, a mi gusto su sonido dista mucho de que los encapsulados individualmente ofrecen. La adquirí para tocar en “el Depa”, Hueco no figuraba en mis planes y actualmente me encuentro y escabullo armando mi pedalera otra vez.

Esa mañana, cuando llegamos al Estudio 19 se empezó a materializar el proyecto. Finalmente después de meses de ensayo estábamos en el lugar ideal para empezar la grabación. La trayectoria del sitio, de nuestro productor y amigo brindaron el apoyo y seguridad imprescindibles en ésta empresa.

Todos conocíamos el alcance del estudio, nuestro objetivo: grabar con los mejores elementos posibles la base rítmica de Medusa: bajo y batería. Las guitarras fueron la línea base, la guía sónica y armónica para cada uno de los integrantes de Hueco. Es de ahí de dónde nace la métrica y se indican los cambios en las melodías estrofa-coro-estrofa etcétera. Aún cuando se tiene registro de cada nota no se puso mayor atención en esos canales. Más tarde descubriría que durante la mezcla, esos sonidos son parte integral de la atmósfera del disco en general.

Al terminar con la base rítmica empezamos con las guitarras. Dada mi carga laboral me llevó un par de sesiones dominicales de unas seis horas cada una en el estudio de Rogelio a las faldas del Ajusco. Transporté mi equipo, cotorreamos un rato, instalamos bulbos, conectamos y a tocar. Con un juego de bulbos adicionales levantamos el Carvin de Rogelio, así algunos de los tonos de Medusa los lleva ese ampli, potente, enchufado al gabinete de 4x12 y con mucha definición en las bajas frecuencias. Por otra parte, mi viejo MIG-100 lo conectamos al de 4x10 que nos ofreció un sonido con tonos medios muy crudos y nítidos. Decidimos entonces que el sonido de Medusa debía ser muy contundente, utilizamos alternadamente los canales de alta y baja ganancia en ambos amplificadores para matizar y reventar las distorsiones y sonidos “limpios” (lo que un bulbo caliente permite) de las rolas incluyendo aquellos casi acústicos que nos proporcionó la RB 325C58 que seguida del Muff dan un sonido muy particular. Cada una de las piezas en Medusa lleva nuestras propias cargas emocionales, nuestro sentir, nuestro vivir por lo que cada uno de nosotros ha definido la calidez o matiz en los timbres. Con una mezcla de guitarras que incluyeron las de Rogelio mismo, se interpretó cada canción, por lo menos dos veces en cada una de ellas y en su caso, cuando fue necesario se matizó con una nueva pasada, un efecto u algo que hiciera sobresalir algunas de las figuras como los solos en las rolas. Las que necesitaban un riff metálico se apoyaron en la Epiphone S-900, conmigo desde hace más de 20 años y a la que se le maquinó el puente en aluminio dado que la pieza original se fracturó, su sonido es único y lleva consigo nostalgia, historia y experiencia. Tanto la S-900 como la RB formaron parte de la cinta en Alimaña. La Paul, que vivió las últimas presentaciones de esa era se llevó casi toda la carga, ofrece un sonido muy rico, cremoso y dinámico que definen el tono de Medusa. La Telecaster y la LP Custom de Rogelio hicieron vibrar a “El más profundo de mis sueños” y “La estrategia de la Araña” respectivamente añadiendo un toque singular a cada pieza.

Como resultado logramos archivar guitarras con sonidos puros y crudos, tonos cálidos de bulbo e incluso, como anécdota curiosa, en muy pocos sitios podrá ver un par de Sovtek MIG-100 en el arsenal para la grabación de un disco.

Ahora tenemos acceso a herramientas tecnológicas que hace años únicamente se veían detrás de los cristales y muros aislantes en los estudios de grabación. En estos días es posible realizar grabaciones “caseras” del material para estudiarlo, para depurarlo, para construirlo. Los emuladores y procesadores digitales son una excelente herramienta para elegir la disonancia o estridencia de un tono aún cuando el sonido análogo es más puro por definición. Si bien la esencia de la música y su proyección provienen de su sentir, de su interpretación e improvisación nunca está de más lograr armonías en conjunto. Un instante, un arreglo, la coincidencia en una nota, tiempo, sincronía o matiz a un tono de todos los instrumentos al unísono pueden provocar sensaciones inimaginables, momentos que se graban y registran como características únicas en una canción.

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