Wednesday, June 29, 2011

Por fin el 4º disco de Hueco: Medusa o de los amores terribles


Ayer fui a recoger el cuarto disco de Hueco; Medusa o de los amores terribles. Es oficial, Hueco regresa a dar lata. Comienza una nueva etapa y termina otra. Una nueva porque los integrantes (aunque dos son viejos conocidos míos y son, también, mis primeros compañeros de batallas rocanroleras) son “recién llegados” (las comillas son porque llevamos más de un año ensayando) al proyecto. Una vieja porque con este disco concluyo la publicación del material que, a los primeros Hueco, se nos había quedó en el “tintero”.

Iván o “el vaquero” (como le apodamos en la prepa), la nueva guitarra líder, y yo formamos nuestro primer grupo; Los Olvidados? [sic], allá por 1988. Claro, de palabra y salidas a fiestear porque fue hasta como un año después que, ya con instrumentos (medio patito, pero instrumentos al fin y al cabo) comenzamos a tocar. Más o menos como por 1994 integramos a Manuel en la alineación. Para ese entonces, nuestro estilo musical había cambiado así como el nombre del grupo, nos bautizamos Alimaña. Por una u otra razón, historias típicas del rocanrol, nos separamos y cada quien se dedicó a sus proyectos musicales de distintas maneras (en mi caso, como es un poco obvio, hice a Hueco). Curiosamente, debido a esas mismas típicas historias del rocanrol nos volvimos a juntar.

El reencuentro musical con el vaquero fue muy padre. Vaya, crecimos y nos criamos juntos (como “músicos” y como grupo de rock). Tocamos durante casi seis años juntos de lunes a viernes de 7 a 9 de la noche. Escuchamos, vivimos y comentamos a los mismos grupos durante casi ocho años. Así que durante el proceso de montar las canciones del nuevo disco yo sabía qué y cómo pedirle que tipo de arreglos, ataques, riffs, efectos, etc. e incluso, hubo momentos en que no era necesario verbalizar la petición, simplemente escuchando la idea de la canción él sabía por donde debía ir la canción o que era lo que, seguramente, yo quería en tal o cual pasaje o canción.

Con Manuel, el lapso que llevábamos sin tocar no fue tan largo (con Iván pasaron 15 años para volver a tocar juntos) de hecho, ya nos habíamos juntado varias veces para trabajar en varios proyectos. De hecho, Manuel fue el primer baterista de Hueco, de él son las baterías de La puerta del infierno, Psyche, y El ángel exterminador. Después nos juntamos con Javier Coss (el actual tecladista de Hueco que está de sabático en Argentina haciendo su maestría) para echar a andar otro proyectín y así hasta que nos volvimos a ver (los tres) en 2009 para prender la mecha de este nuevo Hueco que se concretó en el Octubre Negro de ese año.

La etapa vieja terminó con la publicación de las canciones “Crepúsculo ascendente”, “Medusa” e “Infierno”. Las dos primeras canciones eran parte del mentado tercer disco Canciones para antes de dormir de donde salió el E.P. Mexican Gothic. Una versión de Medusa aparece en dicho álbum, el escucha atento de los discos de Hueco se habrá dado cuenta de que, por lo menos en esos primeros tres discos incluí anuncios de lo que sería el material consecutivo del grupo (“¿WHAT?”, pregunta la vocecilla). A ver, en el primer disco están las canciones La puerta del infierno y Fin, en esta última se repite la palabra: “Lasciare” del verso de la Divina comedia “Lasciare ogni speranza, voi ch'entrate” (abandonad la esperanza aquellos que entrais aquí) que es la leyenda que está en el tapete de bienvenida de la puerta del infierno. Así, entre esas dos canciones, establecimos un pequeño hilo narrativo. Pero más allá de eso, ambas rolas anunciaban el tema del siguiente disco; Invierno, que, como ya lo he dicho, es toda una alegoría a un viaje a través del Averno (“Chiale” se burla la vocecilla). Ahora bien, el enlace del segundo a la que iba a ser el tercer disco estaba en la penúltima canción de Invierno; “El agua y los sueños”. Como también ya he dicho, la historia de “Canciones para antes de dormir” ocurría durante el sueño del protagonista que trataba de un monzón que arrasaba con todo su pueblo inundando casas y edificios y ahogando a casi todo el mundo. Como ya es sabido, el disco nunca se concretó y el material fue repartido entre Mexican y Medusa. Así pues, con este 4º disco se cierra ese ciclo de canciones truncas y de espinitas clavadas. Para el 5º, todo el material será nuevo y de nueva cuenta retomaremos los sintetizadores, pues una de los ejercicios del disco que acaba de salir fue la de no emplear dichos instrumentos para su elaboración.

Desde que comenzamos a trabajar en Medusa o de los amores terribles, tomamos la decisión de hacer un disco más guitarroso, áspero, crudo. Esto nos permite jugar mucho más musicalmente tanto en los ensayos como en el escenario. Por lo mismo, para las presentaciones en vivo, tuvimos y tenemos que adaptar las canciones de los otros discos (sobre todo las de Invierno) a este nuevo sonido, lo cual ha resultado tan satisfactorio como divertido. Este sonido va muy de la mano con el tema del disco, la figura medusea y los amores terribles que se desprenden de ella. Quisimos subrayar ese sentido orgánico, apasionado y brutal que surge en ese tipo de relaciones, incluso en las situaciones tranquilas y sutiles (como quisimos sugerir en las dos baladas incluidas: “Crepúsculo ascendente” y “De noche”). La duración del disco es corta (apenas los 35 min.), y es que también ahí quisimos reflejar el rasgo que ocurre en muchas de esas situaciones en las que su duración es proporcional a su nivel de intensidad. Entre más intensa más corta. Todas estas cosas las queremos complementar con el desarrollo escénico con base en la iluminación, visuales, maquillaje, etc.

El caso es que el 4º disco de Hueco ha salido, que viene su promoción en foros y medios y que viene una segunda etapa que presenta caminos muy interesantes como ominosos que estamos encantados de cruzar. ¡Salud!